No pelees más por las cosas que no puedes cambiar. Deja todas tus preocupaciones en las manos de Dios y abandónate en su presencia. Encuentra el tesoro de la sabiduría que Dios ha puesto en ti, pero que no has podido buscar ni encontrar. Haz lo que a ti te corresponde hacer, pero no te preocupes por lo que no está en tus manos. Piensa seriamente por un instante en hacer un cambio radical de vida, de pensamientos, de palabras y de actos, pero búscalo desde tu interior y deja que la luz de Dios guíe tu vida. Deja que Dios habite plenamente en ti y te dé la fuerza, la sabiduría y la paz necesarias para vivir bien.
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