¿Qué es eso de "las ideas no se matan"?
Camino a Chile, a donde va a pasar sus primeros años de exilio, Sarmiento escribe en una pared "On ne tue point les ideés". Lo confiesa en el comienzo de Facundo. Pero ¿será cierto?
La confesión, que resguarda una conducta apremiante, tiene un sesgo de "infantilidad". Parece haber cierta inocencia en la forma en que se manifiesta contra el gobierno federal, no solo porque Sarmiento escribe como un prófugo sino que lo hace como un chico que se manifiesta a través de un grafitti en cualquier esquina.
Se discute la veracidad del hecho y aún hoy, en San Juan, varios circuitos turísticos se atribuyen el lugar de la frase.
Por otro lado, Sarmiento se jacta de que nadie supo, en un primer momento, traducir la cita lo que lo consagra en su vanidad y la capacidad intelectual que lo caracteriza para distanciarse de la "barbarie".
La frase significa "A los hombres se degüella; a las idea no" y se la atribuye a Fortoul. Sin embargo, se duda de su autoría. Sarmiento bién se pudo haber equivocado. Los estudiosos del tema aseguran que abundan los adjudicatarios de una cita que se enmarca, dentro de la literatura argentina, como emblemática. No cesan en ponerle nombres al creador, pues se habla de Diderot, Volney y hasta Voltaire.
Pero, si como asegura Sarmiento, "Las ideas no se matan", ¿Por qué celebra -en una carta a Mitre- el asesinato Vicente "Chacho" Peñaloza, cuyas ideas combativas se destacaron entre los montoneros federales?
No es lo mismo decir lo que escribe Sarmiento en su libro a cómo se popularizó la frase "Bárbaros, las ideas no se matan". ¿Cuáles son las diferencias? Que en el texto, Sarmiento demuestra su virulencia, muestra un gesto hostil y lleva hasta las últimas consecuencias su deportación.
De alguna manera, promete "venganza". Se va con la pluma, retornará con la espada: es una promesa que deja latente.
El primer término "A los hombres se degüella"confirma el principio brutal al que hay que someterse, y es cuestión de supervivencia (el destierro es una cuestión de "sobrevivir" a Rosas para Sarmiento). En segundo enunciado "las ideas no", ¿no se degüellan?. "Las ideas", entonces, tal cual comprende Sarmiento, tienen cuello y por tanto cabeza. Funcionan por sí solas. Es el hombre el que debe ser degollado, piensa, las ideas perduran. Prefiere campos regados de sangre a la censura.
Pero, sin el hombre (la humanidad) la construcción del pensamiento es imposible. El tema es que, para Sarmiento el "bárbaro" ni es hombre ni piensa, justificación singular que cierra por todos los caminos del unitarismo.
Y he aquí el sentido de la otra frase. El destinatario es el "bárbaro", el "bárbaro" es federal, y Sarmiento les habla directamente a ellos para que les quede claro que su proyección política no será vencida; parece seguro de ello, de su legado "mis ideas no se matan", " a mí sí" hubiera querido decir temiendo la muerte.
¿A quién quisiera matar Sarmiento? ¿No buscó él matar ideas? Porque para Sarmiento Alberdi, por ejemplo, no era "bárbaro" al que hay que "matar". Discute con él un horizonte de nación las prédicas de las instituciones, nada más y nada menos. Hay que leer "Las quillotanas" para entender los principios constitucionales.
En definitiva, la frase ya no es una sola, como vemos, sino dos. O tal vez, muchas más y con significados variables. Como también parecen ser diferentes sus autores e, incluso, el lugar en el que Sarmiento eternizó su dolor para siempre.
La confesión, que resguarda una conducta apremiante, tiene un sesgo de "infantilidad". Parece haber cierta inocencia en la forma en que se manifiesta contra el gobierno federal, no solo porque Sarmiento escribe como un prófugo sino que lo hace como un chico que se manifiesta a través de un grafitti en cualquier esquina.
Se discute la veracidad del hecho y aún hoy, en San Juan, varios circuitos turísticos se atribuyen el lugar de la frase.
Por otro lado, Sarmiento se jacta de que nadie supo, en un primer momento, traducir la cita lo que lo consagra en su vanidad y la capacidad intelectual que lo caracteriza para distanciarse de la "barbarie".
La frase significa "A los hombres se degüella; a las idea no" y se la atribuye a Fortoul. Sin embargo, se duda de su autoría. Sarmiento bién se pudo haber equivocado. Los estudiosos del tema aseguran que abundan los adjudicatarios de una cita que se enmarca, dentro de la literatura argentina, como emblemática. No cesan en ponerle nombres al creador, pues se habla de Diderot, Volney y hasta Voltaire.
Pero, si como asegura Sarmiento, "Las ideas no se matan", ¿Por qué celebra -en una carta a Mitre- el asesinato Vicente "Chacho" Peñaloza, cuyas ideas combativas se destacaron entre los montoneros federales?
No es lo mismo decir lo que escribe Sarmiento en su libro a cómo se popularizó la frase "Bárbaros, las ideas no se matan". ¿Cuáles son las diferencias? Que en el texto, Sarmiento demuestra su virulencia, muestra un gesto hostil y lleva hasta las últimas consecuencias su deportación.
De alguna manera, promete "venganza". Se va con la pluma, retornará con la espada: es una promesa que deja latente.
El primer término "A los hombres se degüella"confirma el principio brutal al que hay que someterse, y es cuestión de supervivencia (el destierro es una cuestión de "sobrevivir" a Rosas para Sarmiento). En segundo enunciado "las ideas no", ¿no se degüellan?. "Las ideas", entonces, tal cual comprende Sarmiento, tienen cuello y por tanto cabeza. Funcionan por sí solas. Es el hombre el que debe ser degollado, piensa, las ideas perduran. Prefiere campos regados de sangre a la censura.
Pero, sin el hombre (la humanidad) la construcción del pensamiento es imposible. El tema es que, para Sarmiento el "bárbaro" ni es hombre ni piensa, justificación singular que cierra por todos los caminos del unitarismo.
Y he aquí el sentido de la otra frase. El destinatario es el "bárbaro", el "bárbaro" es federal, y Sarmiento les habla directamente a ellos para que les quede claro que su proyección política no será vencida; parece seguro de ello, de su legado "mis ideas no se matan", " a mí sí" hubiera querido decir temiendo la muerte.
¿A quién quisiera matar Sarmiento? ¿No buscó él matar ideas? Porque para Sarmiento Alberdi, por ejemplo, no era "bárbaro" al que hay que "matar". Discute con él un horizonte de nación las prédicas de las instituciones, nada más y nada menos. Hay que leer "Las quillotanas" para entender los principios constitucionales.
En definitiva, la frase ya no es una sola, como vemos, sino dos. O tal vez, muchas más y con significados variables. Como también parecen ser diferentes sus autores e, incluso, el lugar en el que Sarmiento eternizó su dolor para siempre.
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