Yamil Sebastian Canelo
Son las 3 a.m y pienso en los niños, hombres y mujeres que están sufriendo la dureza del asfalto, el frío de los hierros y el egoísmo de los hombres. En esos hermanos que caminan por la vida sin más propósitos que con la esperanza de amanecer vivos y conseguir algunos alimentos para continuar peleándola al día siguiente.
Hay muchos seres humanos en situación de calle. Padre, madre e hijos a la buena de un Dios enorme, que estoy seguro que los cuida y los protege en todo momento.
Abuelos, padres, madres e hijos nuestros...
Hijos todos de un Dios misericordioso que necesita urgente la acción solidaria; valoración, respeto y mucho amor de todos los hombres que compartimos este suelo.
Pienso en ese niño que duerme entre cartones; en esa madre que mendiga una monedita para la leche de sus hijos, mientras enciende el ultimo pucho que consiguió a la mañana; pienso en ese padre que cubre con sus brazos a toda la familia, que muy unida descansa en un colchón a orillas de las vías del ferrocarril.
Me pregunto ¿Dónde están los hombres y mujeres que han sido elegidos para ocuparse de las necesidades de los ciudadanos?;
¿Dónde están los familiares de esos hombres, mujeres y niños, abandonados en la pobreza y la oscuridad de no tener nada más que basura para reciclar y convertirla en alimento para los suyos?; ¿Dónde estamos parados como seres humanos y como sociedad?; ¿Qué podemos hacer desde cada lugar en el que nos encontramos?; ¿A dónde iremos a parar con tanta desidia, falta de compromiso para con las necesidades ajenas, y fundamentalmente con falta de amor por el prójimo?; ¿Somos capaces de acercarnos a estos seres sufrientes y ofrecerles ayuda?; ¿Somos capaces de creer en ellos?; ¿Pensamos alguna vez que nos gustaría que los demás nos brinden, si esa situación fuera la nuestra?; ¿Alguna vez se nos ocurrirá pensar que en el rostro de esos hermanos está el verdadero rostro de Jesús, y no en los grandes templos luminosos y brillantes que atraen turistas de todos el planeta?
¿Dónde están los familiares de esos hombres, mujeres y niños, abandonados en la pobreza y la oscuridad de no tener nada más que basura para reciclar y convertirla en alimento para los suyos?; ¿Dónde estamos parados como seres humanos y como sociedad?; ¿Qué podemos hacer desde cada lugar en el que nos encontramos?; ¿A dónde iremos a parar con tanta desidia, falta de compromiso para con las necesidades ajenas, y fundamentalmente con falta de amor por el prójimo?; ¿Somos capaces de acercarnos a estos seres sufrientes y ofrecerles ayuda?; ¿Somos capaces de creer en ellos?; ¿Pensamos alguna vez que nos gustaría que los demás nos brinden, si esa situación fuera la nuestra?; ¿Alguna vez se nos ocurrirá pensar que en el rostro de esos hermanos está el verdadero rostro de Jesús, y no en los grandes templos luminosos y brillantes que atraen turistas de todos el planeta?
Son muchas preguntas y me duele en el alma la situación triste que sufren muchos hermanos nuestros.
Seres humanos que han nacido del vientre de una madre, que han sido fruto de un gran amor, o de la búsqueda desenfrenada de este sentimiento.
Creo que en todos ellos ha estado presente la palabra amor, la palabra ternura, y bajo las manos de Dios y su inmensa misericordia permanecerán como vasijas de barro para siempre.
Seres humanos que han nacido del vientre de una madre, que han sido fruto de un gran amor, o de la búsqueda desenfrenada de este sentimiento.
Creo que en todos ellos ha estado presente la palabra amor, la palabra ternura, y bajo las manos de Dios y su inmensa misericordia permanecerán como vasijas de barro para siempre.
No tengo sueño por mis sueños...
Sueño un mundo mejor en cada rostro que observo, en cada caminante que trabaja, que estudia, que cuida de sus hijos, de sus padres, de sus abuelos...
Sueño con más y mejores espacios de formación, en donde la valoración y el respeto de las diferencias sean el eje primordial para complementarse responsablemente en sociedad y planificar acciones juntos...
Sueño un mundo mejor en el que incluyo a todos. Digo todos y allí incluyo a todos los hombres y mujeres que aman sueñan, valoran, respetan y ejecutan acciones de amor por el prójimo.
Cuando digo todos, me refiero a ricos y pobres, sanos y enfermos, académicos y analfabetos, ancianos, niños y jóvenes, seres humanos de todas las profesiones y condiciones de vida.
La única exigencia es vestirse de uno mismo e involucrarse con las necesidades y dolores ajenos.
Cuando digo todos, me refiero a ricos y pobres, sanos y enfermos, académicos y analfabetos, ancianos, niños y jóvenes, seres humanos de todas las profesiones y condiciones de vida.
La única exigencia es vestirse de uno mismo e involucrarse con las necesidades y dolores ajenos.
Somos muchos, todos sufrimos un dolor y es hora de estar más unidos.
Cuando nos vestimos de unos mismo, cuando miramos a los ojos, cuando abrazamos al solitario y triste, cuando alimentamos al que necesita no solo los alimentos para su nutrición, cuando sostenemos al enfermo, cuando perdonamos al que nos ofende y pedimos perdón por nuestras ofensas, díganme si no caminamos juntos!!
Rezo para que todos los seres humanos podamos ser instrumentos para la gran obra de Dios...
Por mis sueños, por los tuyos y por todos los sueños de la humanidad.
Yamil Sebastián Canelo
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