martes, 26 de agosto de 2014

....Cosas de FRANCISCO

«Si hablamos de los corruptos políticos o de los corruptos en la economía, ¿quién paga esto?>. «Pagan los hospitales sin medicinas, los enfermos que no tienen remedio, los niños sin educación. Ellos son los modernos Nabot, que pagan la corrupción de los grandes». «¿Quién paga la corrupción de un prelado? La pagan los niños que no saben santiguarse, que no saben la catequesis, que no son atendidos; la pagan los enfermos que no son visitados; la pagan los presos, que no tienen atención espiritual». En definitiva, quien paga la corrupción son siempre los pobres: los «pobres materiales» y los «pobres espirituales». «Entre vosotros no es así», dice al respecto Jesús a los discípulos, exhortando a quien «tiene poder» a convertirse «en el servidor». Y, en efecto «el único camino para salir de la corrupción, el único camino para vencer la tentación, el pecado de la corrupción, es el servicio. Porque la corrupción viene del orgullo, de la soberbia, y el servicio te humilla: es precisamente la caridad humilde para ayudar a los demás».
Papa Francisco

“María en su Cántico no dice que está contenta porque Dios ha mirado su virginidad, su bondad y su dulzura, tantas virtudes que ella tenía. No. Sino porque el Señor ha mirado la humildad de su sierva, su pequeñez, su humildad. Es lo que mira el Señor. Y debemos aprender esta sabiduría de marginarnos, para que el Señor nos encuentre. No nos encontrará en el centro de nuestras seguridades, no, no. Allí no va el Señor. Nos encontrará en la marginación, en nuestros pecados, en nuestras equivocaciones, en nuestras necesidades de ser curados espiritualmente, de ser salvados; allí nos encontrará el Señor”.
“Es éste el camino de la humildad”:
“La humildad cristiana no es la virtud de decir: ‘Pero, yo no sirvo para nada’ y esconder la soberbia allí, ¡no, no! La humildad cristiana es decir la verdad: ‘Soy pecador, soy pecadora’. Decir la verdad: es ésta nuestra verdad. Pero hay otra: Dios nos salva. Pero nos salva allá, cuando nosotros somos marginados; no nos salva en nuestra seguridad. Pidamos la gracia de tener esta sabiduría de marginarnos, la gracia de la humildad para recibir la salvación del Señor”.
Papa Francisco.

¿Y cómo ruega hoy Jesús? «Yo creo que no habla demasiado con el Padre: ama».«Pero hay una cosa que Jesús hace hoy, estoy seguro que lo hace: muestra al Padre sus llagas. Y Jesús con sus llagas ruega por nosotros. Como si dijese: “Padre, este es el precio. Ayúdales, protégelos, son tus hijos a quienes yo he salvado”».
De lo contrario, «no se comprende por qué Jesús después de la resurrección tuvo este cuerpo glorioso, hermosísimo: no estaban las señales de los golpes, no estaban las heridas de la flagelación, todo hermoso, pero estaban las cinco llagas». Y «Jesús quiso llevarlas al cielo para rogar por nosotros, para mostrarle al Padre el precio», como si dijese: «Este es el precio, ahora no los dejes solos, ayúdales».
Y al rezar pidamos: Jesús ayúdame, Jesús dame fuerza, resuelve este problema, perdóname». Rezar así, «está bien», pero al mismo tiempo no hay que olvidar decir también: «Jesús ruega por mí, muestra al Padre tus llagas que son también las mías; son las llagas de mi pecado, son las llagas de mi problema en este momento». Así Jesús es el «intercesor que sólo muestra al Padre las llagas: esto sucede hoy, en este momento».
Con la seguridad de que Él está rogando del mismo modo por «cada uno de nosotros: “Yo ruego por ti hermano, hermana, ruego por ti, para que tu fe no decaiga”». Por ello debemos tener «confianza en esta oración de Jesús, con sus llagas, ante el Padre».
Papa Francisco.

“La alegría de la alabanza nos lleva a la alegría de la fiesta. La fiesta de la familia”. Cuando David entra al palacio, la hija del rey Saúl, Mical, lo reprende y le pregunta si no sentía vergüenza por haber bailado de aquella manera delante de todos, él que es el rey. Mical “despreció a David”:
“Me pregunto ¿cuántas veces despreciamos en nuestro corazón a personas buenas, gente buena que alaba al Señor como le nace, así espontáneamente, porque no son cultos, no siguen las formalidades? ¡Desprecio! Y la Biblia dice que por este motivo Mical se quedó estéril ¡por toda la vida! ¿Qué cosa quiere decir aquí Palabra de Dios? ¡Que la alegría, que la oración de alabanza nos hace fecundos! Sara bailaba en un momento grande de su fecundidad, ¡con noventa años! La fecundidad que nos da la alabanza al Señor, la gratuidad de alabar al Señor. Aquel hombre o aquella mujer que alaba al Señor, que reza alabando al Señor, que cuando reza el Gloria se alegra de decirlo, cuando canta el Santo en la Misa se alegra de cantarlo, es un hombre o una mujer fecundo”.

Papa Francisco

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