martes, 26 de julio de 2022

"San Juan Pablo II"

MARTES, 26 DE JULIO DE 2022

BUEN DÍA QUERIDOS AMIGOS

Karol Józef Wojtyła,  , mejor conocido como Lolek para los amigos, nació en Wadowice, Polonia, el 18 de mayo de 1920.

San Juan Pablo II

Fue el 3º hijo de Karol y Emilia, quienes actualmente se encuentran en proceso de beatificación (wink).

Su madre falleció cuando él tenía 10 años, su hermano cuando tenía 12 y, finalmente, su padre cuando tenía 21; momento en el que comienza la II Guerra Mundial, y ve a su amada Polonia ser ocupada por los Nazis en 1939. Así con tan solo 19 años, se ve obligado a comenzar a trabajar como obrero en una cantera (dentro de los campos de concentración) para ganarse la vida y evitar su deportación a Alemania.

Hasta el momento, puede parecer una novela trágica, marcada por pérdidas (de todo tipo) y una vida que pudiera no tener mucho futuro… por lo menos, a los ojos del mundo actual.

Claramente Karol pudo haberse hundido en la tristeza y desesperanza de su entonces presente; sin embargo, decidió mirar hacia arriba y encontrar un sentido en medio de tanta oscuridad.

Quiero hacer una pausa en el relato de la historia de nuestro amigo, para preguntarte lo siguiente: ¿Tú cómo vives tu vida? ¿De cara a quién o a qué? ¿Hay algo que te motive a salir adelante? Y si no lo hay, ¿dónde lo podrías encontrar? ¿De qué está lleno tu corazón? Con esto en mente, te seguiré contando un poco más sobre JPII.

Resulta que, a su corta edad de 22 años, –sí, digo corta porque es prácticamente la edad de la presente escritora, y se considera muy joven para ser sincera- . Alguien le sacude el corazón y le invita a invertir su vida en un proyecto empapado de Amor.

Así que toma la firme decisión de ingresar al seminario de manera clandestina en Cracovia. Aquí nos queda claro que, sin duda alguna, la vocación es una llamada tan fuerte que, si se escucha con atención y se responde con intención, puede llevar al hombre a decir que “sí” a los escenarios más dramáticos y riesgosos, como un enamorado que hace todo por estar al lado de quien ama.

A partir de entonces, comienza un nuevo capítulo en la vida de Karol, quien sería sacerdote 3 años después (1946). La Historia de Amor con el Amado, apenas comenzaba a dar sus primeras pinceladas y él estaba más que preparado para ello.

Unos años después, fue ordenado Obispo, después Arzobispo y finalmente Cardenal. Ah y claro, ¡Papa! El 16 de octubre de 1978 es elegido como el nuevo Sumo Pontífice y decide llamarse Juan Pablo II en honor a sus tres predecesores.

El Papa #263, mismo que tendría unos cuantos récords, siendo el pontificado más largo de la historia después de Pío IX y San Pedro y el más joven de la historia con tan solo 55 años, el viajero (recorriendo una distancia total de 3 veces la de la Tierra a la Luna), el siempre joven (creador de las JMJ en 1985), el hombre del año (en la revista Times 1994), el reconciliador (primero en visitar una sinagoga y mezquita, perdonó a su agresor y pidió perdón por los abusos y deslices de la Iglesia) y el defensor de la vida, el matrimonio, la persona y la familia.

Un hombre enamorado del amor
Sin embargo, su vida extraordinaria no comienza en el Pontificado, como hemos visto anteriormente.

Además de ser sacerdote, fue un hombre que vivió su vida en la plenitud. Amante de la filosofía, metafísica, lectura, teatro, actuación, escritura, deportes, idiomas, el mundo y su diversidad… filósofo, teólogo, político, Pontífice, pero sobre todas las cosas, HOMBRE. Un hombre con una misión muy clara: devolver al mundo al Amor primero, auténtico, inagotable, eterno… Dios mismo.

Tan seguro estuvo de haberle encontrado, que se prestó a que Dios le hablara al corazón y escribiera sobre el gran misterio descrito al principio de este texto: el amor humano.

Con cada parte de él, con un principio, a un ahora, a un final. De un pecado, una redención y una llamada a la comunión. De un hombre que dice que no al Amor, para encontrarse con la realidad de que sólo allí puede encontrar la plenitud que algún día tuvo frente a sí. De una mujer que olvidó quién era y dejó de creer en sí misma, en su belleza y su capacidad de cautivar, en su genio femenino. Y para Karol, San Juan Pablo II, ésta fue la gran respuesta que su corazón anhelaba y el mundo necesitaba. Lo ve con claridad y grita a la humanidad: ¡SOMOS HIJOS AMADOS DEL PADRE! ¡LLAMADOS A LA PLENITUD! Porque, completando la frase del inicio:

“El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente” (S. Juan Pablo II, 1979, p. 11).

 Y así, nos dice al hombre de hoy, a ti que estás leyendo esto, a mí que lo estoy escribiendo: ¡despierta! ¡escucha a tu corazón que en cada latido revela algo de su Creador y su proyecto de Amor! San Juan Pablo II fue muchas cosas en su vida, tuvo la admiración y cariño de cientos, miles y millones, defendió la Verdad y la vida; pero, nada de eso le definió, nada que estuviera fuera del Amor. Amor con el que fuimos creados, Amor que sostiene nuestra existencia, Amor al que estamos llamados hoy y a la Eternidad.

Él fue un hombre como tú, como yo, en busca de respuestas que inquietaban su corazón, en busca de un sentido que le dijera desde lo más profundo que no valía la pena, valía la vida entera.

Un hombre en busca del amor, que en la soledad le encontró, en la obscuridad le salió al paso, y en el caos le dio la paz que tanto ansiaba. Un hombre que nos enseña que el ser humano es resiliente y puede hacer grandes cosas si primero, se deja amar. Pues, nadie da lo que no tiene y nadie ama si no se sabe amado.  Así fue su vida, un constante regresar al Amor para escuchar de nuevo quién era frente a Él, una danza con el Creador.

Desde aquel 18 de mayo hasta el 02 de abril de 2005, que descansa en los brazos de Aquel que siempre amó, para amarle aún más perfecta y completamente.

 Ahora, le celebramos cada 22 de octubre (día que comenzó su pontificado de manera oficial) como el gran hombre que fue, pero sobre todo, como el enamorado que vivió con un corazón encendido de AMOR por la belleza, el bien y la verdad. Un corazón que se dejó enseñar por Aquella que mejor supo amar y dejarse amar. Finalmente, te pregunto a ti lector, ¿qué te hizo vibrar de la vida de él? ¿A qué te está invitando Dios hoy, allí donde te encuentras? ¿Le dirías que sí? ¿Te dejarías amar por Él?

San Juan Pablo II, amigo de los jóvenes, ¡ruega por nosotros!

“El amor que es siempre más grande que todo lo creado, el amor que es Él mismo, porque «Dios es amor». Y sobre todo el amor es más grande que el pecado, que la debilidad, que la «vanidad de la creación», más fuerte que la muerte; es amor siempre dispuesto a aliviar y a perdonar, siempre dispuesto a ir al encuentro con el hijo pródigo” (S. Juan Pablo II, 1979, p. 10).

lunes, 18 de julio de 2022

*LOS ORÍGENES DEL CINE*



LOS ORÍGENES DEL CINE

mariano díez tobar, el inventor olvidado
Hay personajes que por casualidades de la vida o por decisión propia, no ocupan el lugar en la historia que merecerían. Este es el caso del sacerdote paúl Mariano Díez Tobar. Su nombre, desconocido para la mayoría, bien podría haber sido reconocido mundialmente como el inventor del cinematógrafo si a finales del siglo XIX hubiera patentando su invento.
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Imagen del padre Mariano Díez Tobar, a la derecha,  junto al padre Manuel Santín.
Imagen del padre Mariano Díez Tobar, a la derecha, junto al padre Manuel Santín. Foto: Familia de Don Manuel Santín
J. M. Sadurní
J. M. Sadurní
Colaborador

Actualizado a 16 de septiembre de 2021 · 17:13·Lectura:7 min
el 28 de diciembre de 1895, treinta y cinco espectadores reunidos en el Salón Indio del Gran Café de París iban a ser testigos de un acontecimiento histórico: la proyección de unas escenas en movimiento. Desconcertados por lo que iban a ver, cuando las luces del Gran salón se apagaron, ante la sorpresa de los allí congregados empezaron a surgir imágenes de personas que se movían. Aquello causó estupor entre los espectadores. Pero la sorpresa inicial se transformó en pánico cuando de repente apareció un tren a toda velocidad, tanta que parecía incluso amenazar con salir de la pantalla. Aquella cita histórica de los hermanos Lumière para muchos fue el inicio del cine. Pero quizás en realidad no lo fue. ¿Y si un sacerdote paúl burgalés llamado Mariano Díez Tobar lo hubiera inventado seis años antes?

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EL AMOR POR LA CIENCIA
Mariano Díez Tobar nació en el pequeño pueblo burgalés de Tardajos el 21 de mayo de 1868. El niño era tan espabilado que el sacerdote que ejercía como maestro en la escuela del pueblo, le dijo una vez: "No tengo más que enseñarte", y es que el pequeño Mariano aprendió leer y a escribir muy rápido. Posiblemente el pobre hombre ya no tuviera realmente nada más que enseñar a sus alumnos, y vista la inteligencia del niño casi obligó a los padres de Mariano a llevarlo a otro colegio para completar su educación. Y así fue: Mariano fue inscrito en la escuela de un pueblo vecino llamado Las Quintanillas, pero para llegar allí cada día tenía que caminar diez kilómetros. En su nueva escuela, el niño también destacó por su rápido aprendizaje, y en 1882, con catorce años, Mariano se trasladó a estudiar al Seminario de Sigüenza, en la provincia de Guadalajara.



 Vista de Tardajos , Burgos, Castilla y Lleón , España, lugar de nacimiento del padre Díez Tobar.

Foto: PD
Con el objetivo de tener una educación más completa el pequeño Mariano se veía obligado cada día a caminar diez kilómetros para asistir a la escuela de un pueblo vecino llamado Las Quintanillas.

Tal como cuenta uno de los máximos defensores de la figura del religioso burgalés, el cineasta gallego Rodrigo Cortés, en un reportaje para ABC en 2019 donde reivindica la figura del padre Díez Tobar, este destacó como seminarista en Madrid donde se aficionó a la física y a las matemáticas, algo que en aquella época no encajaba en los estudios religiosos. En 1890 fue trasladado al colegio de Murguía, en Álava, donde su interés por la divulgación científica no hizo más que crecer. Mariano estaba interesado sobre todo por los temas relacionados con la imagen y el sonido.

En 1912, el periódico El Siglo Futuro, destacó la labor del sacerdote como la de "un autor de notables inventos". En efecto, como rector del Colegio de la Sagrada Enseñanza de Villafranca del Bierzo, en León (donde había sido destinado en 1900), Díez Tobar dotó a la escuela de la localidad de un magnífico museo de física e historia natural y amplió su biblioteca, con lo que hizo de la institución un referente de la enseñanza de la época. Mariano Díez concedió numerosas becas puesto que su intención era expandir la educación a todas las clases sociales para que, en sus propia palabras, "puedan estudiar los hijos del pueblo, los pobres y los que carecen de recursos, sin que estas buenas obras en favor de la enseñanza fuesen obstáculo a otras obras de misericordia con consejos y limosnas".

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SOLUCIÓN AL MOVIMIENTO
Pero el talento de Díez Tobar iba más allá de su afición por las ciencias. El sacerdote burgalés poseía un habilidad innata para inventar objetos con los que poder explicar las bases de la física. Fray Eligio Rivas, custodio de los inventos y descubrimientos del padre Mariano que se conservan en el Museo Etnográfico de los Milagros, en Baños de Molgas (Orense), cuenta que de los quince aparatos que inventó, tan solo llegó a patentar uno: el rotógrafo de curvas, un aparato usado por los ingenieros para dibujar curvas especiales. Algunos de sus inventos fueron reproducidos o desarrollados por otros con su consentimiento, como es el caso del ellogautógrafo, un aparato capaz de transformar la voz en texto a través de una máquina de escribir. Este mecanismo sería utilizado por la famosa firma italiana de máquinas de escribir Olivetti. Otro de sus inventos más originales fueron los relojes de cuerda que se cargaban a través de la voz o de los pasos de la gente. Uno de ellos funcionó durante diez años colgado sobre la pizarra de un aula.

Según fray Eligio Rivas, custodio de los inventos y descubrimientos del padre Mariano que se conservan en el Museo Etnográfico de los Milagros, en Baños de Molgas (Orense), de los quince aparatos que inventó tan solo llegó a patentar uno: el rotógrafo de curvas.


Foto de Auguste y Louis Lumiere, creadores del primer corto de la historia.

Foto: PD
El año 1889 se convertiría en una fecha clave para la historia del cine. Mariano Díez Tobar impartió una charla que llevaba el largo título de El cinematógrafo: descripción del aparato por el que las imágenes de las personas, como el resto de cosas que existen en el acto, o que no existen, aparecen en vivo y como si fueran la realidad, con sus colores, movimientos, etc… ante nuestra vista. Aunque esa no fue una simple charla para los interesados por la ciencia. En la ponencia, el sacerdote paúl ofreció a todo aquel que quisiera escucharle la solución al gran problema con que se topaban una y otra vez los inventores dedicados a la fabricación del cinematógrafo: la creación del movimiento. Según Díez Tobar la solución residía en introducir intermitencia entre los movimientos de los fotogramas, creando de esta manera una ilusión de movimiento en el espectador.


En una ponencia de 1889, el padre Mariano ofreció una solución al gran problema al que se enfrentaban los inventores dedicados a la fabricación del cinematógrafo: la creación del movimiento.


 Cámara cinematográfica de los hermanos Lumière, expuesta en el Instituto Lumière de Lyon.

Foto: PD
¿UN ACTO ALTRUISTA?
Pero lo que el sacerdote no sabía era que entre los asistentes a su charla se encontraba el representante en España de los hermanos Lumière, A. Flamereau. Según el también padre paúl Mitxel Olabuenaga, biógrafo del padre Mariano, el encuentro entre ambos tuvo lugar en Bilbao. Durante la reunión, el sacerdote detalló a Flamereau algunas cuestiones técnicas acerca del cinematógrafo y "de lo que entonces constituía el problema industrial de la fotografía, de las fabulosas ganancias que había de acrecentar la fortuna de los explotadores una vez dada la ansiada solución a la cronofotografía. Hablaron de la sucesión de las fotografías, no con movimiento continuo, sino con intermitencia o intervalos de reposo, para que, aprovechando la inercia de la retina, quedase tiempo para sucederse unas a otras y producir así la ilusión de movimiento", afirma Olabuenaga. Muy poco más sabemos acerca de esa misteriosa reunión, solo que cuando el representante de los Lumière regresó a Francia hizo construir la máquina que años más tarde consolidaría a los hermanos franceses como los inventores del cine.

Cuando el representante de los Lumière regresó a Francia tras la reunión con el padre Mariano mandaría construir la máquina que años más tarde consolidaría a los hermanos franceses como los inventores del cine.

Pero la gran pregunta que surge en toda esta historia es ¿por qué el padre Mariano cedió tan fácilmente los detalles de un invento que el propio sacerdote sabía que enriquecería a aquel que lo comercializara? La respuesta es sencilla: por puro desinterés comercial. En un artículo publicado en la revista barcelonesa El mundo científico, se explicaba que al final de sus conferencias, el sacerdote siempre autorizaba "con absoluto desinterés a cualquiera de los asistentes para que lleve a la práctica cualquiera de las ideas o conceptos que encuentre nuevos en sus charlas". Entonces, ¿se aprovecharon los Lumière de esta postura del padre Mariano para hacer suyo el invento del sacerdote? En todo caso, los franceses sí reconocieron la importancia de su figura invitándolo a la primera proyección del cinematógrafo que se celebró en Madrid el 13 de mayo de 1896, en los bajos del Hotel Rusia. Pero el sacerdote declinó la invitación. En 1926, el padre Mariano enfermó gravemente con unas fiebres muy altas. Su salud empeoró mientras impartía unos ejercicios espirituales a las Hijas de la Caridad en León. Trasladado urgentemente a Madrid, el sacerdote inventor, un hombre con una inabarcable curiosidad científica, murió el 25 de julio de 1926 siendo prácticamente un desconocido.

domingo, 10 de julio de 2022

ELPIDIO GONZÁLEZ.Vicepresidente

ESTA NOTA ESTÁ INSPIRADA CON DIALOGOS MANTENIDOS CON MI AMIGA DOCTORA GRACIELA ANGELICA MIÑO DE PINTO 

ELPIDIO GONZÁLEZ  

ES IMPORTANTE QUE LAS NUEVAS GENERACIONES SEPAN DE ESTE ARGENTINO QUE EN EL TIEMPO QUE LE TOCO VIVIR ACTUÓ CON GENEROCIDAD Y PATRIOTISMO, DIGNO DE SER IMITADO EN EL PRESENTE Y FUTURO DE NUESTRA PATRIA.

(Rosario, Santa Fe, 1 de agosto de 1875 - Buenos Aires, 18 de octubre de 1951) 

Fue un político argentino perteneciente a la Unión Cívica Radical, elegido vicepresidente de la Nación Argentina (1922-1928)

Sus padres fueron Domingo González (coronel del ejército) y Serafina.

Realizó sus estudios primarios y secundarios en Rosario y posteriormente se mudó a Córdoba con su madre donde cursó estudios universitarios de Derecho en la Universidad Nacional de Córdoba, logró llegar a quinto año pero no se recibió.

Ingresó en la Unión Cívica Radical, fue amigo personal y parte del grupo más cercano a Hipólito Yrigoyen. Participó de la Revolución radical de 1905, comandó un pelotón revolucionario y fue detenido.

Se recibió de abogado en la Universidad Nacional de La Plata en 1907.

En 1912 fue elegido diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires y en 1916 elegido diputado nacional por la Provincia de Córdoba.

Inicia en la política tempranamente como militante de la Unión Cívica Radical. 

Electo Hipólito Yrigoyen como presidente de la Nación (1916-1922) se desempeñó como ministro de Guerra entre 1916 y 1918 y jefe de Policía de la Ciudad de Buenos Aires entre 1918 y 1921. En este último año fue elegido presidente de la Unión Cívica Radical. Durante la Semana Trágica de enero de 1919 fue designado jefe de policía.

Con la aprobación de la Ley Sáenz Peña fue candidateado como gobernador de Córdoba, con vistas a las elecciones de 1912, pero rechazó esta propuesta aunque participó activamente en la campaña electoral entablando una relación fluida con Yrigoyen, esta campaña contó con el apoyo del payador Gabino Ezeiza y el cura Gabriel Brochero.

En 1922 fue elegido vicepresidente de la Nación acompañando a Marcelo T. de Alvear (1922-1928), luego de derrotar a la alianza de partidos conservadores llamada Concentración Nacional. Durante este mandato mantuvo un fuerte enfrentamiento con el presidente, como fruto del conflicto entre yrigoyenistas o personalistas y alvearistas o antipersonalistas.

En 1928 durante la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen (1928-1930) fue Ministro del Interior hasta el golpe militar del 6 de septiembre de 1930, que lo encarceló durante dos años.

El político argentino que terminó sus días en la pobreza: no quiso tener sueldo y rechazó una jubilación "de privilegio"

Cuando le tocó desempeñarse como vicepresidente, entre 1922 y 1928, rechazó tener sueldo porque consideraba que estaba mal cobrar por algo para lo que el pueblo lo había elegido. De nuevo en el llano, con deudas y luego de que la justicia le rematase su vivienda, se negó a cobrar una jubilación de privilegio que, curiosidades de la historia, había sido creada a partir de su caso.

Al final de sus días Elpidio González sorprendía a los transeúntes ver por la Avenida de Mayo porteña por su larga barba blanca y el traje oscuro con el que solía recorrer algunos comercios amigos entregando anilinas que vendía. En el barrio era conocido, ya que vivía en una pensión de la zona. Lo que llamaba la atención era que aquel hombre de aspecto descuidado había sido vicepresidente, ministro, legislador y jefe de Policía. Y que vivía al día. Cuando llegaba.

Había nacido en Rosario, el 1º de agosto de 1875. Luego de recibirse de bachiller en el Colegio Nacional de esa ciudad, se trasladó junto a su madre Serafina a Córdoba, donde estudió hasta quinto año de abogacía. Abandonaría los estudios para recibirse finalmente en 1907 en la Universidad Nacional de La Plata.

Venía de prosapia radical, ya que su padre, el coronel Domingo González, un viejo soldado federal del Chacho Peñaloza, había participado en 1893 de la revolución radical de Rosario. Y Elpidio estuvo a su lado. Él mismo volvería a jugársela en la provincia mediterránea en la revolución del 4 de febrero de 1905. Para entonces, se convirtió en el referente del radicalismo local.

Con Yrigoyen y con Alvear. No quiso ser gobernador de la provincia, y la banca de diputado nacional que ocuparía pronto la abandonaría para ser ministro de Guerra en la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen. El presidente buscó a una persona de carácter para que ocupase un puesto reservado tradicionalmente a militares.

También le tocó ser jefe de Policía durante la Semana Trágica de enero de 1919. 

Aún con recelo por su amistad con Yrigoyen, Marcelo T. de Alvear lo llevaría como vicepresidente. Entonces renunció a su sueldo, explicando que si el pueblo lo había colocado en semejante responsabilidad, no estaba bien recibir dinero por ello. Además, consideraba que ejercer la vicepresidencia era todo un honor y que si desempeñaba bien su trabajo, el prestigio tendría mucho más valor.

Durante el segundo mandato de Yrigoyen, ocupó la cartera de Interior e interinamente la de Guerra, en los días previos al golpe del 6 de septiembre de 1930.

Cuando se dirigía a su casa de la calle Gorostiaga, en Palermo, fue detenido. "Cumpla con su deber", le dijo al policía. Luego de un breve paso por el Departamento Central de Policía, lo alojaron en el mismo barco donde estaba el expresidente Yrigoyen. Juntos compartirían las penurias del encierro en la isla Martín García. Elpidio permanecería dos años detenido en la Penitenciaría Nacional.

Cuando su madre falleció, el propio González debió subirse a la propia carroza fúnebre, ya que no disponía de dinero para contratar un mejor servicio. Debió volver a vivir a la pensión ubicada en la Avenida de Mayo, la misma que había ocupado de joven, ya que le habían ejecutado la hipoteca que pesaba sobre su vivienda.

Según recuerda haberle escuchado contar a Elpidio el taquígrafo y dibujante del Congreso Nacional Ramón Columba, el dirigente radical en 1916 poseía un patrimonio de 350.000 pesos; y en 1930 tenía 65.000 pesos, pero en deudas.

Vendedor de anilinas. Desde su juventud, Elpidio era amigo del alemán Germán Ortkras, quien había fundado en 1911 la empresa Anilinas Colibrí. Al verlo en tan mala situación económica, el empresario le ofreció pagarle la jubilación correspondiente a vicepresidente de la República, a lo que Elpidio se negó enérgicamente. Sí consintió en trabajar para la empresa, y puso como condición no ganar más que los jefes.

Era común verlo, con ese mismo traje oscuro, maltratado por el uso y su característica barba blanca, recorrer algunos comercios de zapateros amigos de la zona de Avenida de Mayo. Algunos vecinos lo reconocían y se asombraban de su triste destino. "No se puede creer…", comentaban. "Es lo que corresponde", respondía.

En la empresa aún recuerdan cuando en una oportunidad debió ir a hacer un trámite: no tenía dinero ni para pagar el estampillado.

Al trabajo iba en tranvía y eran usuales las discusiones, ya que no le querían cobrar el boleto. La empresa estaba en Alvarez Thomas y Elcano y lo habían nombrado a cargo de la oficina de morosos incobrables. Algunos clientes, simpatizantes radicales, se atrasaban deliberadamente en los pagos, sólo para que González les enviase la carta de intimación firmada de su puño y letra. En Colibrí aún se conserva como un tesoro la máquina de escribir Underwood que usaba.

El ex vicepresidente por un tiempo vivió en una pensión que estaba por ser demolida por la ampliación de la Avenida 9 de Julio y que él le pidió al capataz algunos días para conseguir otro techo. Nuevamente, cuando vio que el que le rogaba una prórroga era Elpidio, la noticia corrió como reguero por la ciudad.

El presidente Agustín P. Justo se enteró de su precaria situación económica, y envió a su secretario general a entregarle dinero. "Se lo dejo. Es la orden que tengo del general Justo, quien le envía, además, un afectuoso saludo", le dijo el mensajero.

González vio que dentro del sobre había muchos billetes de mil pesos. Él mismo contó: "Felizmente lo alcancé al señor que me lo había dejado y se lo devolví. No lo quería recibir de vuelta, y tuve que ponerme muy serio y decirle que no iba a permitir que me ofendiera así el Presidente ni nadie, por más buena voluntad que hubiera de por medio".

"No esperaba esta recompensa, ni la deseo"

Lo que no pudo evitar fue que el diputado Adrián Escobar elaborase un proyecto que contemplaba una jubilación vitalicia para presidentes de 3000 pesos mensuales y para vicepresidentes, de 2000 pesos. En 1938 fue ley.

En la pensión donde vivía era todo alegría. "¡Don Elpidio! ¡Dos mil pesos! ¡Ya tiene su jubilación de vicepresidente!". La respuesta los descolocó. "No, yo no puedo aceptar eso. No, no…"

El 6 de octubre de 1938 le escribió una carta al presidente Ortiz, en la que señalaba: "Habiendo sido promulgada la Ley que concede una asignación vitalicia a los ex Presidentes y Vicepresidentes de la Nación, cúmpleme dejar constancia al señor Presidente, en su carácter de 'jefe Supremo de la Nación, que tiene a su cargo la Administración General del País', de mi decisión irrevocable de no acogerme a los beneficios de dicha Ley".

"Al adoptar esta actitud sigo íntimas convicciones de mi espíritu. Entregado desde los albores de mi vida a las inquietudes de la Unión Cívica Radical, persiguiendo anhelos de bien público, jamás me puse a meditar, en la larga trayectoria recorrida, acerca de las contingencias adversas o beneficiosas que los acontecimientos podían depararme. No esperaba, pues, esta recompensa, ni la deseo y, al renunciarla, me complace comprobar que estoy de acuerdo con mis sentimientos más arraigados", siguió.

"Confío en que, Dios mediante, he de poder sobrellevar la vida con mi trabajo, sin acogerme a la ayuda de la República por cuya grandeza he luchado y que, si alguna vez, he recogido amarguras y sinsabores me siento recompensado con crecer por la fortuna de haberlo dado todo por la felicidad de mi Patria. Saludo al Señor Presidente", concluyó.

Mientras tanto, continuaba participando de los actos partidarios y se lo veía activo en actos y reuniones.

A comienzos de octubre de 1951 fue operado en el Hospital Italiano. Estuvo internado allí medio año porque no tenía dónde ir a vivir. Falleció el 18 de octubre de 1951 acompañado de unos pocos familiares y amigos. Fue velado en el comité de la UCR y enterrado en el Panteón de los caídos de la Revolución del '90, junto a su amigo Yrigoyen.

Fue un hombre de conducta y principios, que pocos entonces comprendieron. 
 
Falleció el 18 de octubre de 1951, rodeado del respeto de la dirigencia de la Unión Cívica Radical, en cuya Comité Nacional fueron velados sus restos. Luego fue sepultado en el Panteón de los Caídos de la Revolución del '90 en el Cementerio de la Recoleta.