lunes, 29 de enero de 2018

“El Argentino Ilustrado”



El argentino ilustrado
no le da bola al futuro;
de la nostalgia al conjuro
vive aferrado al pasado
y como está programado,
lo copa la discusión,
que si Balbín, si Perón,
Rosas, Ramírez, o Urquiza.
Su más urgente premisa:
ganar la conversación.

Es fiscal o juez sin toga,
y en su verba prodigiosa
enaltece a Peñaloza
o lo refunde a Quiroga.
No conversa, monologa,
y con genuina elegancia
copa la primera instancia,
todo lo sabe o lo embroca
y si es de River o Boca,
no te alquilo la ganancia.

A la luz de su elocuencia,
ningún tema le es ajeno;
es hombre todo terreno,
un cultor de la docencia.
Su indiscutida sapiencia
no admite ningún error;
simpático y sobrador,
nunca segundo o tercero:
Nació para ser primero,
está siempre en ganador.

Le gusta tomar partido
y en su afán de predecir,
sabe lo que va a ocurrir,
luego por qué no ha ocurrido.
En su sermón encendido
suele mostrarse inflexible,
defiende lo indefendible
con encendida pasión;
y, desde su convicción,
se considera infalible.

digno de toda alabanza,
es un defensor a ultranza
de lo más disparatado.
Mas sería desatinado
condenarlo, yo declino;
no debo ser tan cretino
con el gran cultor del verso:
si en su juego estoy inmerso,
o yo qué soy?: ARGENTINO!!!
El argentino ilustrado,

sábado, 27 de enero de 2018

Temía.....

Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo.
Temía fracasar, hasta que me di cuenta que
únicamente fracaso cuando no lo intento.
Temía lo que la gente opinara de mí, hasta
que me di cuenta que de todos modos opinan.
Temía me rechazaran, hasta que entendí 
que debía tener fe en mi mismo.
Temía al dolor, hasta que aprendí que
éste es necesario para crecer.
Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.
Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final,
sino más bien el comienzo.
Temía al odio, hasta que me di cuenta
que no es otra cosa más que ignorancia.
Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mí mismo.
Temía hacerme viejo, hasta que
comprendí que ganaba sabiduría día a día.
Temía al pasado, hasta que comprendí que
es sólo mi proyección mental y ya
no puede herirme más.
Temía a la oscuridad, hasta
que vi la belleza de la luz de una estrella.
Temía al cambio, hasta que vi que
aún la mariposa más hermosa necesitaba
pasar por una metamorfosis antes de volar.
Hagamos que nuestras vidas cada día tengan mas vida y
si nos sentimos desfallecer
no olvidemos que al final siempre hay algo más.
Hay que vivir plenamente porque la vida pasa pronto.
Ernest Hemingway
La imagen puede contener: una o varias personas y personas sentadas